A pesar de todo... (2ª Parte)



El cuarto de los sling estaba vacío, y los mismos, desocupados.
Así que me acomodé en uno de ellos.
Esperé unos minutos. Y esos minutos se transformaron literalmente en horas.
Estuve bien, bien, sin exagerar una hora y media largas, patiabierto sobre el sling.
Muy poca gente había, así pues, lógicamente, poca gente pasaba.
Y de los poquísimos que pasaban, algún despistado rozaba, o se acercaba a ver quién estaba ahí tumbado.

Pero nada de nada, más.

La experiencia, esta vez, estaba resultando muy frustrante.
Los muchos ratos en soledad, me dedicaba en pensar en mis cosas, o en lo que escribiría en el blog cuando relatara lo ocurrido esa tarde, o incluso me venía a la memoria aquel culito en pompa que poco antes había admirado en una de las cabinas.

- Perro !, bájate del sling y fóllatelo, si es que aún está-, pensé un momento,- seguro que aprovecharás mejor el tiempo-.

Pero no. No lo hice.

Casi como un espejismo o una alucinación, de repente entraron siete u ocho tíos, espaciados entre sí, pues no iban juntos, se esparcieron por la sala, hubo algún intento de rollo entre alguno de ellos, pero ninguno cuajo.
Yo, desde mi privilegiada posición, miraba como se desarrollaba la escena.
Quedaron tres o cuatro, dispersos, pero con pocos ánimos de nada, ni conmigo ni entre ellos.
Y yo, ya muerto de aburrimiento decidí poner fin a tan descorazonadora experiencia.

Me incorporé, y en cuanto el pie derecho toco suelo, creí que me moría.

Dios !!! Que dolor !!!.

Un calambre brutal, y decir brutal es poco, me agarrotó el gemelo de la pierna izquierda, que se me puso duro como roca, y me fue absolutamente imposible destensar la pierna de la tensión y dolor que sentía.
Por más que intentara hacer reaccionar masajeando mi pierna con la mano, no conseguía nada.
El dolor aumentaba, y consciente de lo que podía venir justo después, me cogí fuertemente a la agarradera de cuero del sling con las dos manos.
Se me cayó el paño taparrabos, que no había conseguido llegar a ponerme del todo, al suelo.
Pero hice bien, porque el sudor frío que antecede a un desvanecimiento comenzó a aflorar por todos los poros de mi piel.
Me quedé quieto, con miedo de caerme a plomo si me soltaba o finalmente desmayaba, y concentrado en la medida de lo posible, en el dolor, y en el intento de flexionar y estirar la pierna, poco a poco, hasta tocar el pie con el suelo.

Fueron solo varios minutos, pero me parecieron una eternidad.
Aquellos tíos que allí estaban ni se inmutaron, ni acercaron, ni preguntaron si me pasaba algo.
Toqué suelo con el pie. Pisé e hice fuerza para ver si realmente podía apoyarme.
Así parecía, y tras comprobar que me mantenía de pie, y el sudor remitía, cogí la toalla, el paño, el poppers y el tubo de lubricante que llevaba conmigo, y cojeando alcancé la tarima que está al fondo de la sala, que me permitiría sentarme y tumbarme hasta que se me pasara un poco el dolor y el sofocón.

(Continuará)

Comentarios

  1. Buenas perro,

    Eres un poeta. Cada vez te leo con más interes. Me encanta tu manera de explicar las cosas.

    Sigue así.

    El griego (adicto a los maduretes)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Joder, perro, menuda putada! Antes te comentaba lo del miedo a las saunas de vapor, pero ésto debió ser terrorífico. Claro, tantísimo rato sin moverte... Yo es que no tengo paciencia para tirarme una hora y media quieto. Pero vamos, que imagino -o lo intento- el apuro que pasarías. Francamente, no se me ocurre un lugar más chungo en el que desvanecerse. Supongo que alguna alma caritativa te ayudaría si te viera desmayado, o por lo menos avisaría a alguien de la sauna, pero joder...

      A veces, cuando veo a los yayos más yayos de la Nova Bruc, me da por pensar... ¿y si a uno de estos le da un infarto? Teniendo en cuenta que la mayoría están casados, ¿te imaginas lo que sería que el jefe de la sauna tuviera que llamar a su casa y decirle a su mujer: "oiga, señora, que su marido se ha quedado tieso en nuestro local; sí, un lugar al que venía a hacer sexo con otros tíos sin que usted lo supiera, por supuesto". ¿Habrá pasado alguna vez? Uffff, miedo me da pensar que me pueda ocurrir algo así (se supone que, siendo más joven, tengo el corazón más fuerte, pero nunca se sabe). Antes prefiero caer fulminado por la calle, o en el tren, pero en una sauna... como que no. En fin, mejor no pensar en ello.

      Bueno, voy a seguir leyendo, a ver cómo termina la historia de tu accidentada tarde en la Condal. -:)

      Eliminar
    2. Si, si... mejor no pensar en ello, pero al menos ser conscientes que puede pasar, y estar prevenidos ante las señales para que no pasen inadvertidas.

      Eliminar
  2. Crees que te pasó por estar tanto rato en esa posición del sling? Te lo digo xq mira q me gusta estar tumbado ahí sin que quiera que nadie me folle, sólo el placer de estarlo, pero nunca me ha pasado nada parecido.

    Y todavía no puedo creer q nadie fuera a preguntarte si te pasa algo, INCREIBLE.

    Puede q yo sea tonto o demasiada buena persona, pero sí, puedo estar buscando mucho sexo indiscriminado en una sauna, pero joder, somos personas y si veo algo raro que hace alguien, iré y preguntaré si le pasa algo o si puedo ayudar. (Bcn1972).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, si seguro que fue por eso. Piernas en alto estiradas, a rato tensas, durante mucho rato. Tengo cierta propensión a tener calambres en las piernas, aunque el 90% de las veces me ocurre en la cama y por la noche (osea, en reposo). Tampoco es que me dé dia si, dia no, pero alguno cada cierto tiempo sí.
      Quiero pensar que nadie se percató, porque había poca luz y no se podía vez me gestos de dolor, porque no grité en ningún momento y tampoco me llegué a desmayar.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares