Decepciones




En mi segundo día de estancia, decidí empezar la noche visitando el tercer local no conocido que había previsto acudir en esos días, el Bar Incógnito.

Tenía la referencia que era frecuentado por gente mayor, y principalmente española, hasta ahí en principio ningún problema, como comentaba en una de los últimos posts ….. , pues si eran animosos, estaban de buen ver, al menos en la medida de lo posible de verse que se cuidan un mínimo, y con ganas de sexo, morboso y desinhibido, no tengo mucho problema con la edad.

De hecho, eso ha sido siempre una constante, y casi siempre, desde que era más joven, he tenido sexo y encuentros con gente más mayor que yo, supongo por que suelen ser más desinhibidos, o mejor dicho, tienen menos pajarillos en la cabeza a la hora de saber lo que buscan y quieren.
Aunque desde luego, esto tampoco es generalizable. Pues tonterías tenemos todos, me incluyo.

El local, fácil de encontrar, aunque fuera de la zona de locales gay, está a unos 10 o 15 minutos andando, hacia poniente, tomando como referencia la parte vieja de la ciudad.
La primera sensación que uno tiene es la de amplitud, al menos es la que tuve yo, ya que había muy poca gente.
Apenas puedo hablar del local en sí, pues no hice más que el recorrido de la puerta a la barra y viceversa.
Tiene una zona de espectáculos bien definida y una barra en forma de U cuadrada, y dos puertas, una que supongo que irá a los lavabos y la otra no sé donde.

Nada más entrar tuve la sensación de haber entrado en el club social de la tercera edad de un pueblo cualquiera, tanto por la decoración como por el público.
Apenas 6 tíos mayores, pasando a buen seguro todos de los 60, y algunos de los 70, sobradamente.
Este hecho no me sorprendió en absoluto, pues ya iba informado que el local era frecuentado por maduros españoles, cosa que tampoco me molesta, faltaría más.
Tampoco esperaba que al entrar, fuera el objeto del deseo y me convirtiera en la reina de la fiesta, por el hecho de tener unos apreciables años menos.
Si no ocurría en el Arenas, aquí tampoco tenía porque pasar.
Al entrar, todos callaron, eso sí. Se giraron, me miraron y luego cada uno siguió a lo suyo.
Estaban en dos grupos de tres, atendido cada grupo por uno de los camareros. En cada grupo, dos hablaban con el camarero correspondiente y otro miraba, sin entrar en la conversación.
Yo me metí entre ambos, básicamente porque era el hueco más cercano, pedí mi primera cerveza de la noche y no me volví a mover.

Escuchaba a unos y a otros.
Al cabo de un rato, entró una pareja un poco más joven, y luego tres más, que se distribuyeron a los extremos.
Ni la música, ni el ambiente, ni la gente, ni las conversaciones me motivaban.
Estas de hecho, se basaban en las típicas y tópicas bromas y chanzas, modos y maneras pasadas de época, y gusto dudoso.
Me sentía deslocalizado.
Decidí pues, no prolongar la desmotivadora experiencia y cambiar de escenario.

Quise tomar mi segunda cerveza en el siempre agradable Pippermint, aunque no ocurra nada especial o  de simpático recuerdo como el del día anterior, pero al llegar a la puerta, lo encontré cerrado, tal cual me pasó el año pasado.
No recordé que los lunes cerraban.
El lugar de la segunda cerveza lo ocupó la segunda decepción.

El Lovers, al contrario que el día anterior, lleno al llegar, estaba prácticamente vacio, a excepción de dos tíos que hablaban en la barra.
Me pedí una cerveza, y directamente me fui hacia la zona de cruising que hay primero a la derecha, tras pasar la cortinilla. Estaba vacío.

Al salir ví que se había quedado solo uno de ellos, y al otro me lo encontré en el cuarto oscuro del fondo, asomando la polla por uno de los glory holes de las cabinas. También vacío a excepción de él.
Era gordota, le dí un primer repaso bucal, pero me molestó encontrarme ya de pirmeras con pelos en la boca.
La dejé y me metí directamente en la cabina donde estaba el tío, y procedi de nuevo a agacharme y mamarla.
Pero no podía quitarme la sensación de tener pelos bajo la lengua, y además la reacción del tio era extraña. Sólo con meterme su polla en la boca, comenzaba ruidosamente a jadear. No eran susurrantes gemidos con lo que supuestamente uno empieza, para luego, animada la acción pasar sonoramente a jadear, si se diera el caso.
Y además, la cadencia de estos no se sincronizaba para nada con el ritmo del movimiento con el que la iba metiendo y sacando de mi boca.
Era como cuando uno ver una película mala y encima desincronizada, en el que los efectos sonoros se adelantan o atrasan unos cuantos segundos a la acción que en ese momento se muestra en pantalla.
Pues algo parecido, pero en este caso, vivirla, y en tres dimensiones.
Lo dejé. Me parecía muy irreal. Y esto que cuento es totalemnte objetivo, ya aún estaba por mi segunda cerveza de la noche.
La tercera decepción.

No era ni las 12.30 y me decidi ir al Bears Bar.
Siendo lunes, posiblemente habría menos gente que el dia anterior, que ya era poca, y al ser relativamente temprano, incluso tal vez habría menos.
Y el menos era igual a cero personas en barra, dos sentados en la zona de baile, y cero en la zona de cruising.
Me pedí mi tercera cerveza de la noche, y anduve subiendo y bajando a lo largo del rato que estuve alli.
Entraban tres, pero salian dos; salian cuatro, entraban tres, lo cual resultaba un tanto desesperante.
Me medio lié con uno, que comenzó a mamar, pero no lo hacia demasiado bien, y mi polla entristecía por momentos, así que le hice caso y lo dejé.
Más tarde, en un nuevo encuentro con el mismo tío, pareció que mejoraba su arte mamatorio, y cuando mi polla comenzaba a hincharse de alegría, fue esta vez el tio que me dejó con el mastil enhiesto.
Me reí para mi mismo, pensando en que bien me habia estado. Donde las dan, las toman, dicen
Intenté alargar la noche, hasta casi las 2 de la mañana.
Fue cuando más animada comenzaba a estar la zona de cruising, en la que coincidieron unas seis o siete personas, en constante movimiento pero poca acción .
Parece un contrasentido, movimiento sin acción.
Y mi cuarta decepción de la noche

Decidi pasarme de nuevo por el New Cooper.
El camarero me comentó el día anterior, que cuando más se anima suele ser a partir de las 2 de la noche, y en especial de jueves a domingo.
Y mi intención era pasarme el jueves, pero en vista de como estaba yendo la noche, pensé que una última cerveza, la cuarta de la noche, bien podía ser tomada allí, y luego para el hotel.
Dos tios, uno joven, de ojos saltones y nariz aguileña y otro supongo que también joven, pues en ningún momento llegué a verle la cara, ya que estaba cerca del video, y nunca se giraba hacia donde me puse yo, y donde estaba el otro tio.
Este iba en calzoncillos, era muy delgado y nervioso. No paraba de ir al lavabo, y de “salir” a fumarse un cigarrillo.
Cuando paraba quieto en el taburete de la punta de la barra, se giraba cada dos por tres para echarme un vistazo.
Valga decir que yo me había apoltronado con mi cerveza en el sofá. Lo peor que podia pasarme era quedarme dormido.

Quise interpretar que tanta mirada era por algún interés en mí, pero que no se decidía en abordarme.
En una de las veces que fui al lavabo, las cervezas comenzaban su efecto diurético,se levantó y me siguió, manteniendo a prudente distancia como para poder pasar por una simple espera a que saliera del baño.
Cuando salí, directamente me lancé a mordisquearle y presionarle los pezones.
Se quedó sorprendido, pero por pocos segundos, hasta que le arranqué sus gemidos. Obviamente, le estaba gustando.
Quiso parar un momento, para acabar de tomarse un chupito.
Le segui hasta la barra, y cuando terminó, continué.

- Que vicioso que eres, tío?- , me soltó.
- Vicioso?, - le pregunté extrañado, pues sólo le había hecho lo que antes he mencionado; tocar, presionar, lamer y mordisquear las tetillas.
Bueno..., que tienes mucho morbo,- aclaró, para mi tranquilidad.
Nos fuimos al sofá.
- No querías vicio ?-, pensé, pues ahí va una mamada.

Se dejaba hacer, era muy pasivo, hasta el punto que la única acció por su parte fue poner su brazo sobre mi hombro mientras se la mamaba, y decirme, cuando veía que me entusiasmaba mamando, que lo hiciera más despacio.
Ningún problema, pues siempre lo prefiero así, recrearme y disfrutar del sabor y de la textura de la polla que en ese momento ocupe mi boca.
El iba tomando poppers, que me llegó a ofrecer un par de veces. Como debe ser.
Interrumpimos la acción cuando quiso ir al lavabo a hacerse una raya.
Le acompañe, pero cuando me ofreció, no quise. No consideré que necesitara más estimulos en ese momento.

- No la has probado nunca?-, me preguntó.
- Sí, una vez... hace unos cuantos años-, le contesté, recordando aquel entonces que después de cinco cervezas, ligué en el Leather bar de Madrid, con un tio que me llevó a su casa, donde me ofreció y tomé unos tiritos, como decía.  Después de aquellas cinco cervezas no sé si llegué a notar algo en especial.

El poquito que le sobró, se lo puso en los pezones, que luego evidentemente, lamí.
Sabía amargo.

Continuamos  la sesión de mamadas en el sofá del copper, pero su extrema pasividad, y mi cansancio en progresivo y constante aumento, me llevó a decidir parar, despedirme
y volver al hotel.

Y así transcurrió la segunda noche.

Comentarios

  1. Esas noches las hemos pasado todos lo peor es cuando te pones cabezón y vas de sitio en sitio hasta el amanecer.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Noches, o tardes que sin cambiar de local no te comes ni una rosca ni entablas conversación con nadie, que al final lo hace más llevadero. Menos mal que al final se animó un poco, aunque sin llegar a ser inolvidable.
      Con todo, fue la noche más aburrida de esos días.

      Eliminar
  2. Interesantes relatos. En cual ciudad sucedió?

    ResponderEliminar
  3. Parecía que al final se iba a arreglar la noche, pero NO........
    Espero que cómo bien contestas a un comentario, sea la noche más aburrida.

    Bcn1972

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es lo que tiene salir en lunes. Pero bueno, el resto de la semana fue mejor:-)

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares