Sexo en el parking ( 1ª parte )





Era finales de mayo del 2013 cuando recibí su primer correo, un sencillo y breve email en que comentaba que era seguidor de mi blog desde hacía un tiempo, que le gustaba y quería decirmelo.

Desde ese momento, y durante los dos meses siguientes hubo un fluir de mísivas en ambas direcciones, en las que nos fuimos conociendo a través de contarnos nuestras inquietudes, experiencias y fantasías, así como de algunas circunstancias laborales y familiares, en algunos puntos compartidas, que impedían cualquier posible encuentro ni tan sólo para un simple café.

Lo curioso fue que no se inicio con el típico lenguaje y desarrollo de los chats, con intercambio de medidas y formas, y las cansinas preguntas del ¿de donde?, ¿que te gusta?, etc... útiles para un polvo rápido, no lo voy a negar, sino con una conversación fresca, nada forzada, fluida, con el único inconveniente de los "tempos" propios, que marcaban que cada uno contestaba al otro cuando podía.

Llegó un día que me sugirió la idea de quedar en un parking cercano a la Estació del Nord de Barcelona.
Como acepté, pues la idea me daba bastante morbo, aquel fin de semana anterior me envió las instrucciones.

 " ok!...te comento... el miércoles a las 17:00 en el parking de calle (...).
yo entro con una vespa (...) y tu aprovechas la puerta abierta para entrar. El lavabo está justo debajo de la rampa, en la primera planta. Es fácil. Hay dos lavabos, tu te metes en el primero y me esperas a que vuelva de aparcar la moto.
Luego, para salir del parking no hace falta llave, se puede usar la puerta de peatones, por el mismo sitio por donde se entra.
(...) es discreto y también me interesa que nosostros lo seamos.
que te parece? alguna duda?"

Y llegó el día, el susodicho miércoles, pero mi grado de incertidumbre era total.
En los tres últimos días, y ni siquiera en el transcurso del día, que era lo que realmente me preocupaba no había recibido ningún mensaje de confirmación a la cita.
Y eso que muy a primera hora del día le había enviado un email para ello.

Me había adecentado y preparado para la ocasión. Llevaba condones por si le apetecía follar, crema lubricante para facilitar la labor, poppers por lo si lo de polla gordota era cierto, y mi culo no respondía como debiera, y agua y toallitas limpiadoras caso que no hubiera en el lavabo del garaje, pues caí en la cuenta que quedar a las 5 de la tarde en pleno agosto en un parking subterráneo de la ciudad para estimular la líbido y bajas pasiones resultaba un tanto atrevido por el sofocante calor que podríamos llegar a pasar.
Sólo pensarlo me entraba el ahogo.

Diez minutos antes había pasado por delante para asegurarme del lugar concreto que ya había visualizado días antes vía streetwiev, y no había nadie. Una tienda y otro garaje contiguo, ambos cerrados.
A los cinco minutos volví, y no tanto el decorado, que seguía siendo el mismo, sino los extras, ya habían ocupado su lugar, como en una escena de película a punto de rodar.

El momento me estaba resultando muy peliculero.

Poco antes de llegar, una mujer joven se me acercó y me preguntó muy lentamente, haciendo hincapié en cada una de las palabras, como si no fuera a entenderla o que en aquellas palabras hubiera un mensaje cifrado: Me puedes dejar un euro para llamar por teléfono?.

Justo doblando la última esquina, una ancianita también se me acercó para preguntarme la hora.
- Las cinco menos cinco, señora,- le contesté.
- Ay, que bien, joven -, respondió,- en cinco minutos y abren la tienda-.
No es muy frecuente que alguien me pare por la calle, y más teniendo en cuenta lo poco concurrido de ese tramo y a esas horas, pero dos personas en menos de cinco minutos, resultaba muy extraño.

Allí, frente al parking, una inoportuna familia de extranjeros parecían darse cuenta que estaban en el sitio equivocado. De estar parados boquiabiertos contemplando vete a saber qué, a salir raudos del lugar, como si les hubieran avisado por megafonía: "Despejen la zona, por favor, se va a rodar".

Solo quedaban dos extras, una mujer anodinamente vestida de gris, inmóvil junto a la caseta de la Once, mirando en dirección opuesta al parking, y un señor, que con su escoba y pala, iba recogiendo los pocos papeles y más hojas secas que iban y venían delante de la puerta del parking y de la tienda adyacente.
Recogía un par de hojas, y las llevaba a la papelera. Volvía, y recogía otro par.Y así estuvo todo el rato.

Sólo faltaba alguien vigilando, con gabardina, sombrero, gafas oscuras y simulando leer un periódico en el bar de la esquina.
Pero no había bar, y el tiempo no estaba para gabardinas.

Eran ya las 17.00 p.m. Ni un minuto más, ni un minuto menos.
Una moto se divisaba a lo lejos, pero no se podía apreciar ni modelo ni color, ni la trayectoria que iba a tomar.

Sería él ?

(Continuará)


Comentarios

  1. ¡No vale que nos dejes así! Pero me gusta esta incertidumbre, con tu descripción has logrado que construyera en mi mente los espacios que describes... ¿Se anticipa una historia oscura? No tardes mucho perrete :P

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    1. Mañana mismo publico la segunda parte.
      Oscura? No, para nada ;-)

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  2. Jodeeer!!! que intriga!!! Ya estaba caliente, muy caliente...
    No lo demores mucho!!...

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