Los últimos días del Arenas ( II )





Y así, ¿Qué me iba a deparar este segundo día?.
Se dice que nunca segundas partes fueron buenas, pero esto siempre lo pongo en duda.
Por de pronto, la primera estampa con la que me tope fue con tío que, excepto zapatos y calcetines, estaba totalmente desnudo en un acto de limpieza íntima en los lavabos de la zona del pequeño cuarto oscuro.
De la misma tesitura me encontré a otro, ya en el interior del cuarto, aunque este, simplemente esperaba...

¿Sería hoy un día especial en el Arenas, y no me habría enterado?
¿Una fiesta nudista?.
- Imposible- me dije, totalmente convencido de esa improbabilidad.
Lo cierto es que era el primer dia que, de nuevo, apretaba el verano, después de una breve tregua a la ola de calor estival.

Mi calentura interna también era elevada.
- Lenguas, corridas faciales, lluvias doradas... Ufff, menos mal que tengo aire acondicionado en el curro, pero cuando salga no respondo de mis actos -, habia dejado dicho en un chat del messenger.

Me dirigí hacia el otro cuarto, el grande, donde entreví entre las sombras a un tipo agachado mamando a otro que se apoyaba en la pared.
Con cuidado de no tropezarme, al pasar por su lado, noté enfrente a alguien que me detenía metiéndome mano frontalmente.
No veía quién, pues aún no tenía la vista tan adaptada.
Consentí que me la sacara, pero mi sorpresa fue que se la ofreció al mamador arrodillado que tenía a mi lado, el cual se giró, y desde ese momento no me dejaría suelto.
El muchacho tenía a su alrededor otras pollas colgando, pero no les hizo caso.
Y yo me dejé llevar por sus buenas artes mamatorias.

Cuando parecíó que se cansaba, se incorporó, pensando yo que en ese momento me daría la espalda y se iría, como muchas veces ocurría en situaciones similares.
Pero no. Simplemente, una vez erguido, me agarró de la nuca y me aproximó a uno de sus pezones customizado con un piercing.
Le lamí y jugueteé con mi lengua aquel regalito con sorpresa.
Pareció gustarle, al punto que me arrinconó hacia la pared,  y  dirigió mi cabeza hacía puntos más bajos de su anatomía.

-¿Vamos a un lavabo?- preguntó, en un susurro apenas audible en mi oído mientras le mamaba.
Por un momento habían cambiado las tornas.
-No- contesté- aquí tiene más morbo.
-Pues entonces vamos más para allá para que me pueda sentar - dijo, señalándome el par de escalones del final.

Y por un rato, más bien poco, pude disfrutar de nuevo su cálida boca y buen quehacer.
Me hizo sentarme, luego, en el escalón, y allí comenzaría lo que iba a ser una larga, larguísima y placentera mamada de aquel cipote y relamida de sus correspondiente huevacos.

Con espectadores puntualmente añadidos, alguno, ansioso y deseoso de participar se sacaba el rabo, poniéndolo a la altura de mi cara.
Pero no era yo el que dominaba la situación.
Si mi amamantador hubiese querido, a otra polla me hubiera arrimado.
Pero no fue el caso.

-¿Quieres leche?- preguntó en algún momento.
- Sí, pero no en la boca- contesté.
- Ok.

El folleteo de boca se fue alternando con un pajeo con el fin de acelerar el proceso de descargue.
Siguíó y siguió así un buen rato que parecía no tener fin, hasta que al final me dejó la cara y la barba bien pringada con unos buenos chorretones de espesa lefa.

Aún sentado en el peldaño, mientras me limpiaba la lechada con el papel higiénico que siempre suelo llevar encima, un tío que desde detrás lo estaba viendo todo, se acercó, una vez me vió sólo y en un ¡Zasca!, sin mediar palabra, que normalmente no me hace falta, pero si sorpresivamente, pues no me lo esperaba, me cogió de la nuca y me empotró su cipotón hasta el fondo de la garganta.

Me impresionó su decisión y dureza.
Dureza de carácter, más que de polla, pues en todo momento se mantuvo morcillona, sin llegar a endurecerse como debiera.
Sin darme tregua, comenzó a apretarme los pezones y entre embestidas de polla, iba metiendo sus dedos en mi boca.

-Vamos al lavabo, quiero verte- ordenó, más que preguntó.
-No- contesté, mientras pensaba en lo pesada y poco imaginativa que es la gente con el tema.

Mientras le mamaba, se agachó un poco para palparme las nalgas, que tranquilamente reposaban sobre la losa fría del cemento, y me metió un dedo por el culo.
Cabe decir que yo, desde el momento que me había sentado, ya con el anterior tipo, llevaba los pantalones bajados a la altura de los tobillos.

-¡Que coño tienes!, dijo sorprendido, no sé bien porque.

Cuando volvió a meterme su grueso y achampiñonado cipote, este ahora sí, estaba bien duro.
Mamé unos instantes, pero al poco, volvió a agacharse para meterme de nuevo el dedo por mi profanado ojete.

-¡Ábrete para mí!, ¡Dame tu culo!,- ordenó en tono ya dominante y taxativo.
-¡Quiero follarte!.

Me cogió de la axila, haciéndome levantar, me dió la vuelta y me enculó, sin mayor problema.

- Me encanta que seas mi putita - continuó diciendo mientras me follaba.
- Te gusta tener un macho, eh?, porque quien soy yo, eh? Tu Amo.
- Dime quien soy, dímelo!- insistía.
- Mi macho, mi amo- le decía yo, más para regalarle los oídos y no disminuir el morbo del momento, que por convencimiento.

Las frases se repitieron varias veces, como en una letanía, hasta que surgió efecto.
Sacó su pollón y desparramó su leche por los suelos.

Algún espectador había estado mirando desde lejos
Acabé le limpiarme de la anterior corrida, mientras él se recomponía.

Mientras se alejaba de mí, y por ende, la tenue luz de las luces del principio del cuarto oscuro iluminaron tímidamente su cara ví y descubrí que no era mi amo, no.

Era Chema.

Pero eso es otra historia.

Poco más ocurrió, que ya fue bastante, el resto de la casi finiquita tarde.
Sólo que me dejé pajear por una mano ajena entre los palets.
Cuando me escurrí, me fui.




Comentarios

  1. Poco más dice, pues fue una tarde bien intensa. Por cierto, no me gusta nada (y, de hecho, me corta el rollo) cuando hay tíos que se refieren al ojete como "el coño" y yo, mira, me da por imaginarme un coño y se me baja todo. No entiendo esa manía que, además, se extiende como la pólvora. Es un CULO, leñe! Y donde esté un buen culazo que se quite un chochete xD

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    1. Jajaja...Personalmente también lo encuentro de morbo más que discutible, pero si al que lo dice le gusta, no me opongo, si es que se refieren a mi culo.
      Ahora si se refieren al suyo, y me dicen "comeme el chocho/ete" entonces me pasa lo que a tí, jajaja... destrempe inmediato y pérdida de interés.
      La verdad es que no sé porque lo hacen, igual son gays con fantasías hetero, o al hecho de decirlo le dan un toque de humillación, o ...

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  2. Casi se puede oler en cada rincón de tu articulo, nos trasladas, o almenos a mi a esa situación, gracias!, da incluso pena el desenlace final... cuando es "solo Chema"

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