De conexión de miradas y Termo sauna Miguel





Pasar la primera mañana en la playa para luego ir a visitar otra de las saunas de la ciudad no me parecía mal plan para el que iba ser mi primer día completo en Torremolinos.

Y así fue como hice.
De un par de horitas en La Carihuela a la Terma sauna Miguel.
Obviamente pasando por comer un poco antes, ya que no abrían hasta las tres de la tarde.

Un restaurante vacío, un menú sencillo y barato, y un camarero delgado, mediana edad entre los 45 o 50 años, de elegante porte, me convencieron para entrar a disfrutar de mi primera comida de mis vacaciones, si exceptuamos los mejillones de la cena y el café con leche de la mañana, claro.

Desde el momento en que se cruzaron nuestras miradas, se crearon como dos canales de comunicación.
El oral y formal, desde el que desea para comer, que tomará para beber, esta todo de su agrado, al está de vacaciones, ¿desde cuando?, ¿hasta que día?, y el visual y sensual, bien codificado y encriptado, que sólo ambos sabíamos que se producía, de preguntas sin respuestas y certezas sin fundamentos.
Algo que en muy raras, rarísimas veces me ocurre.
Se despierta un torrente de simpatía y empatía, de misterio y curiosidad e incluso profundo deseo.a sabiendas imposible de materializar. Algo que te empuja a no dejar de compartir esa conexión de miradas. Algo inexplicable y a ciencia cierta compartido.

Pero de ocurrir, no ocurrió nada.
Sin embargo, fue un momento muy especial.

Nada más llegar a la sauna, y temiendo que tan recién abierta estuviera vacía, había pensado en meterme en alguna cabina y echarme una siesta para reposar la no poco abundante comida, o directamente escasa, aunque sabrosa comida, y luego ya se vería.
Pero cuando llegué a sus puertas, aún no habían abierto y ya habían tres tíos esperando para entrar.
No me apetecía quedarme, así que me volví para el paseo marítimo a matar un poco el tiempo comiéndome un helado de ron con pasas.

Sobre las tres y cuarto, ya estaba de nuevo allí
Y vi a Juan entrar justo tras mío.
Pero sólo un saludo y una leve sonrisa fue todo lo que intercambiamos esa tarde.

La sauna resultó ser muy grande, a dos niveles.
A nivel de la entrada, estaba la recepción, una piscina pequeña, la sauna vapor y seca en las que llegué a entrar, una terraza y el bar, y unas cabinas de aspecto muy nuevo, en las que tampoco me metí.
En el nivel inferior, todo adornado con cerámica de motivos geométricos de aire muy andaluz , el vestuario, las duchas y una cuadricula de largos y anchos pasillos llenos de cabinas, algunas de las cuales con ventanillas a las contiguas, cosa que me hizo bastante gracia.
En cada extremo, un jacuzzi; uno mediado, adornado ´también con cerámica de motivos turísticos andaluces, casi todo el rato ocupado por gente bastante mayor, y el otro más grande, con algo más de variedad de edades.
En general era un tipo de público de mediana edad, tirando a mayor, al menos aquella tarde de media semana, evidentemente con excepciones, con una notable cantidad claramente de extranjeros y algún que otro chapero que, por su actitud, se diferenciaban del resto de los ociosos visitantes.

Cuando pensé en hacer la siesta era porque no pensaba que fuera a haber tanta gente, y que tranquilamente podría haberla echado con simplemente de cerrar la puerta. Pero con tanto gentío, desistí.
Me dediqué primero a inspeccionarla y luego a ver si salia algo.

Y lo que salió fui yo...

Estuve un rato en el gran jacuzzi, en el cual no se produjo ni tan siquiera miradas cómplices ni tímidos roces entre nadie. Allí ví al macho osote de la sauna Apolo Cabaret, el de los tímidos roces en el jacuzzi. Aquí estaba en la otra punta del mismo, con los ojos cerrados todo el rato, ensimismado en su propio mundo.
Poco rato después de salir,  al asomarme de nuevo, había una docena de personas, todas mirándose la cara (ya habían dado un paso) o el techo.

El resto de rato estuve paseando sauna arriba, sauna abajo, metiéndome ocasionalmente en el gran cuarto oscuro con múltiples recovecos, que a priori me daba mucho morbo, pero que a la práctica, no llegué a sentirme excesivamente cómodo en ninguno de los rincones del mismo.
No era por falta de carne a la que echar mano, desde luego, porque ambiente había.
No sé si era porque sólo se pasaba, se tocaba y palpaba pollas, pero casi nadie se decidía a nada más, no necesariamente conmigo, sino entre ellos.
Mamadas vi bien pocas y otros trabajitos mayores, menos todavía.

Y yo no estaba por la labor.

A Juan, el rato que estuve,  lo vi siempre tumbado boca abajo, enseñando ese adorable, suave y blanquito culo, que sin ser demasiado ostentoso, resultaba llamativo.

Finalmente, apenas estuve hora y media.
Creo que ni llegó.

Salí pensativo.

En los tres meses de verano, solo fui en tres ocasiones a la sauna Bruc, y en ninguna salí lo que se diría satisfecho y, de hecho, ni siquiera llegué escribí borrador de post alguno para publicarlo cuando le llegara el momento.
Ahora, en ciudad distinta y distante, en las dos saunas visitadas, salí con menor actividad realizada y un tanto decepcionado.
Y en las tres veces, que tras volver, he ido de nuevo a la sauna, aquí en Barcelona, y aún habiendo hecho cosillas, la sensación sigue siendo la misma.

Insatisfacción notable.

Y no sé porqué.



Comentarios

  1. Hola Perrete. Es un gustazo leerte a las 7:07 a.m. Sabes ?Al comienzo de la lectura de tu post pensé hoy cátara al amable camarero.Pero no !!!Mucho mensaje implícito pero na. Alguna vez algo así me pasó a mi. Frustra mogollón tener ganas de sexo y no conseguirlo.
    Espero nuevos pista tuyo Feisamigo!!

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    1. No, para nada fue frustrante.
      No fue ni siquiera un momento morboso, sino mágico.
      Si el pensamiento se hubiera vuelto palabra, la magia se hubiera roto y tal vez con él, el recuerdo de ese instante hubiera desaparecido.
      Ocurrió tal como debía ocurrir. Ni más, ni menos.

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  2. Buenas perrete... el ambiente en Málaga es asi ya te lo comenté en su dia. Me alegro mucho por tu experiencia con el camarero de echo pensaba que iba a aparecer en algun momento mas tórrido del artículo.

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    1. Bueno... en otros momentos (pero no en las saunas) ocurrieron cosas muy interesantes.
      Como le contestaba a Pere Barcino, fue un momento mágico que estuvo bien tal como fue.
      De cualquier otra manera se hubiera, no digo ya estropeado, pero convertido en otra cosa, para bien o para mal, pero en cualquier caso, distinto.

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  3. A veces hay días más movidos que otros.

    Buen post.

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  4. Cómo me gustas Perrete.
    Y lo que cuentas, también!!
    Se te echa de menos
    Jose Pablo Rebearte

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    1. Yo si que te echo de menos !!!
      Ya me estás escribiendo un email para saber de tí ;-)
      Un superbesazo !

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