La última noche - II ( Momento Fistfucking )





(continuación)

... pero no me morí.

Reaccioné inmediatamente poniéndome el guante, sin rechistar.
Me dió crema para la mano enguantada, me ayudó a restregarla, y se untó generosamente el ojete del culo.
Y así de esta manera tan espontánea e imprevista iba a comenzar la que sería mi primera sesión de fisting de mi vida.

Estéticamente, siempre ha sido una práctica que he visto con un cierto equilibrio entre un punto de aprensión y una buena dosis de fascinación.
Nunca me había imaginado activamente metiendo el puño a nadie, y de haber tomado una actitud pasiva solo me habría dejado fistear por alguien experto, con dominio de la situación y de confianza.
Algún intento ha habido de dilatación más allá del tamaño clásico de una polla, (cuatro dedillos, un calabacín, o unos cuantos albaricoques) y de dildos prácticamente nada, pues ahí viene cuando el ojete se me cierra a cal y canto.
Pero puño, nunca, ni en plan activo ni en plan receptivo.

El muchacho, lejos de ir con una previsible cautela, de primero un dedo, luego otro y así, poco a poco, que se fuera dando una buena y paulatina dilatación, enseguida quería que le metiera los cuatro dedos directamente sin más preámbulos.
Muerto no estaba, pero me sentía muy apurado.

Recordaba los consejos que me había dado años atrás, via chat, un amigo amante del fist por si un día me animaba a tener una sesión.
Prudencia, calma, todo el tiempo del mundo si era necesario, hasta donde se llegara sin forzar, y si no se podía, dejarlo para otra sesión, guantes de látex, mucha lubricación y mente lucida y serena, nada de alcohol ni drogas.

- Más, más- decía el muchacho con impaciencia, y cierta angustia por mi parte.
Apenas le había metido dos para palpar y asegurarme de su dilatación, que ya me estaba pidiendo cuatro, la mano entera y el puño.

- Tranquilo, tranquilo - le decía yo, sin mucho éxito.
- Sigue, sigue, no pares!- insistía cuando yo paraba el empuje o retrocedía un poco, por aquello de las carnes intestinales circundantes se acomodaran a la nueva situación.

Ante mi precaución, acabo soltando un:

- Hasta el codo !-.

-¡¡¡ Que dices !!!- exclamé, ciertamente acojonado al ver que, apenas recién había conseguido sin prácticamente esfuerzo alguno meter el puño, cuando me estaba pidiendo que le metiera el brazo hasta el codo.
Y aún faltaba un palmo !!!
-Que me lo metas hasta el codo - me aclaró, pensando que lo le había oído.
Y tanto que lo había oído y entendido perfectamente.

Le puse cuidado y cariño al intento.
Paulatinamente, fui entrando poco a poco, centrándome en las sensaciones que me invadían.
Una rara mezcla de pura fascinación, excitación e infinito morbo.
Y calidez y arropamiento al sentirme rodeado y presionado de carne, una sensación ciertamente placentera y extraña a la vez.

No era placer sexual estrictamente hablando.
De hecho ignoro si tuve la polla dura en aquellos momentos.
Mi atención no estaba centrada para nada en mis bajos, sino en los interiores de aquel tío, que sin conocerme de nada, ni de mis actitudes, artes ni destrezas, se me había abierto de patas para meterme yo dentro.
Debía de tener extrema confianza en sí mismo, o pura desesperación.

Si ya muchos tienen bastante poca gracia en meter la polla, que es algo relativamente común y aprendido, como se le ocurre a alguien pillar a uno para que le meta el brazo hasta el codo, así por las buenas.

Confianza y gran atrevimiento, sin dudarlo.

Y así estuve dándole al muchacho durante un buen rato. Con mucha cuatela por mi parte.
Al final, cuando ya había pasado de la mitad del brazo y me quedaban cuatro dedos para llegar al codo, le dije que lo sentía mucho y que no podía más. ( No fisica, sino psicológicamente ).
Que bastante había hecho para ser mi primera vez y que se diera por satisfecho.

Aceptó, no le quedaba otra, pero tampoco tuvo una actitud especialmente condescendiente ni agradecida.
Muy poco a poco, fui sacando la mitad pérdida de mi cuerpo de aquellas insaciables entrañas.
A pesar, que me dijo luego que había estado bien, sabia que no había quedado del todo satisfecho.

Ya desenguantado, pasé un momento por el lavabo a refrescarme y limpiarme, y bajé de nuevo a la zona del bar a tomarme otra cerveza y recuperarme del susto.

Cuando al cabo de un rato volví a subír a la zona de cruising, me senté en un taburete bajo, junto al sling de los horrores.

Allí pronto, aunque con cierta reserva, se me fue acercando un tipo recio, fuerte, más bien bajo pero aún así más alto que yo, me recordaba enormemente a un personajillo muy conocido del famoseo patrio que no tengo intención alguna de mencionar, porque os partiríais el culo y se os caía el morbo solo de pensarlo.
No era él, aunque realmente tenia un cierto aire, eso sí y sin dudarlo, con un pelín más de atractivo, con cierta cara de aspecto duro y un algo de mala leche.

Anduvo dudando si acercarse o no.

Pero cuando ya se decidió, me comenzaron a temblar las piernecillas sólo de pensar en lo que, sin pensarlo ni planearlo, me había pasado anteriormente.

Pero con este, no solo fueron las piernecillas que me temblaron.

(Continuará)...


Comentarios

  1. Perrete que poder de dilatación que tenia el ojete del muchacho. Evidente que no era la primera y ni será la última que practique esta maniobra.
    Excelente post que me ha provocado un escalofrío, de gusto o de miedo?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si,si... entrenamiento no le faltaba desde luego.
      Y todo paso en cuestión de minutos !

      Eliminar
  2. Ay, Dios, jeje, el chico ese era todo un experimentado, eh!! qué facilidad de dilatación :P no sé, a mí eso del puño es algo que nunca me ha llamado nada la atención, me da bastante respeto.

    Ains, a ver cómo continúa esto... esperando me quedo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Experimentado y seguro que habría estado practicando toda la tarde porque sino no entiendo esa capacidad de dilatación !
      Gracias por comentar, perro ladrador :-)

      Eliminar
  3. Hola Perrete, como va todo?
    Es cierto que la primera vez que metes un puño da cierta impresión, para mi fue una mezcla de miedo, excitación y una sensación de poder... Cuando me lo han hecho, un par de veces y solo hasta la muñeca, a diferencia de una doble penetración que siempre me han resultado muy placenteras no me gusto...
    Albaricoques? Si algún día coincidimos, me lo tienes que contar.
    Voy a ponerme al día con tus historias que llevaba un par de meses sin entrar.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hombre, Pasivo Psicótico !
      Es cierto que hacía tiempo que no asomabas la naricilla por aquí, bueno, al menos dejando algún comentario.
      A mi, la posibilidad que me metan más de cuatro dedos sigue sin seducirme, sin embargo, la idea de repetir en plan activo no me desagradaría a priori. Que cosas !
      Si clicas sobre la palabra albaricoques, esta enlaza con la parte de la historia que lo cuenta ;-)
      Muchas gracias por comentar :-*

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares