Calentando motores en la Sauna Miguel




- ¿Te gusta el pedazo de pollón que tengo, eh?. Si lo quieres, te lo tendrás que currar-  parecía pensar, el hombretón de 1.90 m que tenía delante mío, pavoneándose sin recato ni disimulo, mientras yo me cambiaba tranquilamente en los vestuarios de la Sauna Miguel.

Sobre los cuarentena, bien puestos, delgado, alto y como decía, bien armado, el tipo acabó enfundándose en la toalla y se dirigió a los interiores del local.

Era viernes por la tarde, y no había excesivo público, al menos cuando llegué sobre las .
Aunque ya rondaban por allí el par de chaperos, que ya había clichado del año anterior, y que había vuelto a ver dos días atrás.

Se podía entrar en el laberíntico cuarto oscuro sin temor a quedarte atrapado entre amasijos de carne semiestática, se podían encontrar suficientes cuartos vacíos para elegir, si acaso, uno y relajarte o esperar alguna presa, o ser cazado, depende del punto de vista, o meterte en el cualquiera de los jacuzzis sin haber lista de espera.

No así los cabinas con glory holes que hay junto a la salita de cine.
Estaban constantemente ocupados.
Pero fue precisamente esta aparente contrariedad que me dió la oportunidad de catar por primera vez el pollón de aquel tipo de las taquillas.

Allí en medio, de pie, siendo sobado por un par de tíos, me animó a intervenir, primero pezoneando un poco y luego arrodillándome ante él para probar aquel rico manjar que a la vista se ofrecía.
Pero no duró mucho.
Con su altura y porte, el hombretón, lo que se dice lucir lucía, pero poco se diferenciaba de una estatua de mármol. Rígido, estático, frío e incapaz de mostrar una mínima afectación, lo acabé dejando allí con al polla tiesa.

Hubo, debo decir, una segunda ocasión, poco más tarde y en el mismo sitio, incluso más breve que la primera y con el mismo resultado, entre el ir y venir, esperando que quedara libre alguna de las cabinas.

Finalmente ocupé una que quedó libre, con agujeros a ambos lados, de los cuales no asomó ningún miembro coleando en espera de ser atendido, por lo que casi por aburrimiento fui yo el que se decidió a traspasar uno de los orificios para recibir una cálida y húmeda acogida.

Para un ratito está bien, pero que me la mamen no es lo que más me motiva.

Fuí al gran jacuzzi, pero todo lo que tiene de grande lo tenía, al menos aquella tarde, de aburrido.
La gente sólo, y como mucho, se miraba las caras.

En el jacuzzi pequeño, que apenas caben cuatro personas cómodamente, siempre que no sean todos excesivamente patilargos, la cosa era diferente.
Por fuera, aguas y burbujas arriba, no se diferenciaba del grande, pero por debajo de la superficie un lío de piernas combatían por meter pie en el paquete del de enfrente, mientras mano derecha o mano izquierda, llegaban, por aquello de la proximidad, a alcanzar la polla del lado deseado... si se dejaba.

Un cuarentón apuesto a la izquierda, un viejete enfrente y un osito de aspecto mimosín a la derecha eran mis acompañantes de baño.

El apuesto y yo, discretamente nos metimos mano. Y mientras, el apuesto metía pie al osete, yo y el viejete que lo tenía enfrente, lo hacíamos mutuamente. Y el osete solo tenía ojos para el viejete.
Cuando el apuesto se marchó, el osete comenzó a acariciar visiblemente el pecho del viejete, que se dejaba hacer, y acercándose a él, se le puso delante dándome directamente la espalda.

Me sentí excluido, pero tampoco hice un drama de aquello.
Con el viejete no me apetecía más que lo del pie, y del osete me hubiera dejado hacer todo.

La tarde parecía no arrancar.
Sólo lo parecía...

(Continuará)



Comentarios

  1. Ey ey, y tu no eres apuesto!. Seguro que el osito también habría disfrutado mucho contigo. Por experiencia son unos cracks a la vez que mimosos, aunque de todo hay.

    Lo del apolo... suelen ser como tu bien has dicho, igualitos al mármol, duros, pero fríos.

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    1. No. Yo soy del montón, pero no es cosa que me preocupe, jaja...
      Tal vez hubieramos disfrutado los dos, osito y yo, pero a él le molaba más el señor mayor. Que le vamos a hacer.
      Y sí, las estatuas de mármol son muy bonitas de ver, y quedan bien en cualquier sitio, pero puestos prefiero un muñeco hinchable que es más dúctil y manejable :-D

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    2. Si sobre todo manejable, usable, y jugable ;-)

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  2. Qué asco me da el mármol. Jeje. Y los ositos somos la hostia!!!!

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    1. Tanto como asco, no, hombre... que adornan y son bonitos de ver.
      Pero al lado de un osito, no hay comparación, jejeje

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  3. que deshilucion, "lo que mal empieza mal acaba" dice el dicho.
    Pero tambien hay otro que dice "percebera y triunfaras".
    hace unos cuantos años fui un par de veces a un sauna, algunas veces eran gratificantes, otras no tanto, y otras nada.

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    1. Siempre hay un dicho para cada ocasión,
      Como que en una sauna te lo puedes pasar de muy bien, o bien, pasable o aburrirte. De que depende? Misterio... pero buena parte depende de uno mismo, ya te digo.

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