Empezando la tarde en el Sex shop Zeus...




Y así fue que, pasados cinco dias, no me pude reprimir de volver a la Zeus, esta vez con más tiempo disponible que aquel apenas cuarto de hora de la última visita.
En los días intermedios, ni las pajas me ayudaron a bajar la calentura que me quedó después de salir por patas del sex hop.

Llegué con la respiración entrecortada y la excitación a flor de piel, por la emoción contenida y la expectación por lo que me iba a deparar la tarde.

Y tras pasar el umbral de la puerta del local, toda la libido que no conseguí apaciguar en cinco días desapareció en un instante.

Todo el aire penumbroso, oscuro, de barrios bajos y clandestino que daba al ambiente el morbo tan especial de la anterior visita se había esfumado solamente por el efecto de tener la luz normal de cualquier tienda.
Incluso diría que más.

- Vaya rollo!- pensé- estando en un tris de darme la vuelta, ya que, al fin y al cabo, no había ido con la intención de comprar nada.
Pero ya que estaba allí...

Me encontré, básicamente, con el mismo tipo de gente, tal vez mas racial.
Aunque eso no sé si se debía a que las sombras de la vez pasada habían difuminado los rasgos
Destacaban entre otros, uno de aspecto dominicano, altote; un maduro que se tocaba el cipote fuera de sus pantalones semibajados y un adorable treintañero bajo y barbudito.

Sentado en el sillón de barbero y luego en el pasillo, entre cabinas, el dominicano iba mostrando también un buen pedazo de carne que le colgaba, por si alguien se decidía a amorrarse y chupar.
Uno, finalmente, se decidió.
Yo me decidí por el barbudito, que en el primer recodo del pasillo, entre las dos cabinas, se dejó, al principio con cara de pensar, "Bueno, esto es lo que hay de momento" y luego con cara de decir "Joder tio, no pares".
Su polla era más bien larga y delgada.
Ya me estaba bien.

Duró un buen rato, en el que en varias ocasiones me la sacó de la boca para seguir masturbándose, tal vez con voluntad de querer venirse, pero no podía.
Sobreexcitado y sin correrse, me acabo dejando.

Él consiguió salir de aquel rincón, pero yo no.
Me quedé atrapado, así que opté por deleitarme mirando una mamada que le estaban haciendo a un tipo de aspecto sudamericano, que no era el dominicano de antes, pues este estaba en plan tambien mirón, en el lado opuesto a mí.

Cuando el muchacho en cuestión se cansó de mamar, o tal vez simplemente se levantó para estirar las piernas y tomar aire, aproveché yo la ocasión para catar también la mercancía.

Pero apenas fueron unos segundos que la pude disfrutar, pues una voz fuerte, en alarma, alteró mi incipiente concentración en aquel buen taco caliente de carne sureña.

Por un momento, en mi desconcierto pensé que era una redada... como las de las pelis, en el que al grito de "la poli" o "la pasma", salía todo el mundo huyendo.
Pero aquí no había huidas, sino sólo cierta inquietud.
Descarté al segundo también la posibilidad que hubiera habido fuego, pues la estampida hubiera sido inmediata.
Unos segundos más tarde, ya incorporado de mi posición en cuclillas, era la voz del dependiente que apremiaba a la gente a consumir (comprando algo o por ver un vídeo) o que ahuecáramos el ala, que al fin y al cabo aquello era un negocio.
Actitud muy comprensible por otro lado, y que me parecía raro que no ocurriera, o sea, que sin más, la gente pudiera entrar hasta el final de la tienda y pudiera hacer sus cosas.
En tanto que tienda es lo suyo, que uno pueda entrar hasta las últimas estanterías y vitrinas con objetos vendibles, pero dada las limitaciones de espacio resultaría, creo yo, muy limitado para cobrar entrada, o algo que se le pareciera.
Nadie me había llegado a comentar como funcionaba el asunto.

Alguno se fue al momento de las primeras voces, otros durante la insistencia, pero otros, como que pasaban.
No entendía la situación de estos últimos.
¿Habrían pagado algo o contaban con la confianza o amistad del dependiente, actuando de cebo para nuevos clientes?

Evidentemente molesto por el desconcierto, opté por irme, como se dice, poniendo los pies en polvorosa.
Era la segunda vez, en cinco días, que por motivos diferentes salía por patas de allí

Pensando en lo que acababa de ocurrir, encaminé mis pasos hacia la Sauna Condal.

Al fin y al cabo, podría ser que la tarde estuviera nada más que empezando.

(Continuará)


Comentarios

  1. me recuerda la unica experiencia mia parecida en Valencia en un sex shop sobre el 2002

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  2. ¿Pero le compraste algo al pobre hombre?....No me seas rata, no me seas rata.... Muy buen relato, como siempre mi Perrete

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    1. No compré nada... Se quedó al fondo de la tienda, mientras yo me iba :-(

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  3. Si he entendido bien en ese local al fondo de la tienda hay tema, pero has de comprar algo,no?

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    1. Exacto, al final hay tema.
      No necesariamente, creo. Con pagar por unos minutos por el visionado de una peli en cabina hay suficiente, pero no estoy seguro.
      Espero que algún lector nos lo aclare ;-)

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  4. No se, y si ponen un bote con el letrero "por la causa". Desde luego me parece comprensible que el local se tenga que mantener, pero esa insistencia lo que hace es lo contrario que la gente no vaya.

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    1. A lo mejor hay algo puesto y no le he visto, que bien podría ser.

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    2. Claro, vais a lo que vais y no os fijáis en nada que no tenga forma de nabo ...
      Es broma.
      Pero a mí me pasaría igual si no salta mucho a la vista.
      Sin embargo, la idea de Dominus Jaime de poner un bote para la voluntad es buena. Yo estaría dispuesto a pagar en función del resultado obtenido, creo que sería honesto en eso.

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    3. Jejeje... y en otras formas redondeadas ;-)
      No sería mala idea, no.

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  5. Que mal que tubieras que irte tan rápido. Me hace gracia puesto que es el único local gay al que he tenido ocasión de ir. Fue con mi novio, pero siempre ojeamos la tienda riendonos de los títulos de las películas, y nunca nos atrevemos a entrar a la zona oscura...

    Supongo que por que somos algo jovenes (19 y 23) y esos homrbes nos comen con la mirada. Y al estar tan oscuro y nunca haber hecho algo así da respeto.

    He leído la segunda parte tambien y me alegro que acabases por lo menos con más tios!

    Un abrazo

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    1. Bueno, normalmente nadie te come si uno no se deja, aunque es cierto que de vez en cuando uno se encuentra con algún plasta ;-)
      Me parece curioso que ese precisamente sea el único local al que hayáis ido.

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