Fiesta nudista en el Exxxtreme Cruising Club






(continuación )

Bueno, esta vez no me había salido mal lo de preguntar si me querían follar en un punto culminante de una buena mamada, un buen rato después de una apasionada estimulación de la polla y antes de cualquier posible o inevitable corrida.

Pero como decía, si el ambiente alrededor no se había animado, difícil sería encontrar algo de nuevo, lo suficiente tentador como para decirme a quedar otro rato más.

Así que puse mis pies en marcha, camino del Exxxtreme Cruising Club a ver que tal estaba la "Naked Party", (fiesta nudista) anunciada.

Pagué lo que costaba la entrada, creo recordar que 10 €, que daban derecho a tres consumiciones, y me aventuré en las entrañas de este, para mi, nuevo local, que no resultó ser tan nuevo en tanto que compartía toda la zona de cruising con el sex shop Cupido, que aquella misma tarde había visitado. ( Ver: Una tarde en el sexshop Cupido).

Objetivamente no había mucha gente, aunque sí la suficiente para sentirte poco acompañado, no tanta como para sentirte en una fiesta.
Y entre la que había, tanto jóvenes de buen cuerpo, que a veces parece que sean los únicos que se animen a acudir a este tipo de fiestas, como no tan jóvenes y con cuerpos normales, cosa que particularmente me es muy de agradecer, pues no me siento tan extraño.

Al poco de entrar y pedir mi primera cerveza pude disfrutar durante un buen rato de una bella estampa.
En la sala del minicine, con sus sofas laterales y una gran cama en el centro de la sala, un tío de mediana edad, tal vez en su cincuentena, de barriga cervecera, se estaba cepillando de lo lindo, sobre la mencionada cama, a un tipo joven, treintañero tirando largo, delgado y más bien fibrado, el cual iba recibiendo buenas nalgadas en su terso y prieto trasero.

Un tío también de mediana edad, regordete, otro joven guapete, entre 25/30 con aspecto de heterocurioso que ha dejado a la novia en el hotel para darse una escapada, otro sobre la cuarentena y yo, sentados equidistantes en los sofás, en bolas y con nuestras respectivas bebidas en la mano disfrutábamos a la luz de la pantalla de aquel hermoso espectáculo en tres dimensiones que parecía haber salido de la pantalla.
Nadie se atrevía a intervenir, tal vez, y seguramente no por falta de ganas, , porque los protagonistas no hacían ninguna señal de complicidad con sus ocasionales espectadores, ni muestras algunas de invitación a la escena.

Estaban plenamente inmersos en disfrutar de su momento.

Al cabo de un rato, bien calientes y cuando ya se había acabado la lasciva exhibición, pillé por banda al tipo regordete, agenciandomelo durante un buen rato.
Allí, justo al comienzo del pasillo junto a la sala del minicine, lugar de paso, comencé con una suave comida de pezones que él mismo redirigió enseguida hacia otros rincones más bajos, carnosos y duros.

Tenía un buen cipote, de buen calibre, al límite por exceso de lo conveniente para desear ser follado, así que me esmeré en la mamada, durante mucho rato,  sin pretender incitarlo a actos mayores, como había hecho con el tipo del Men´s, una hora antes.( post: Follada sorpresa en el Men's Bar).
Finalmente, no pudiendo más y avisándome derramó su leche espesa sobre el lado izquierdo de mi barba.

Después de recomponerme un poco, me senté en uno de los sofás del minicine, en ese momento vacío, excepto del tipo joven con pinta de hetero de 25/30 años que comentaba antes, que estaba sentado justo en el sofá opuesto al mío, en el otro extremo de la sala.

Me miraba con insistencia, pero ese era la única aparente señal de interés. No hacía más gestos.
Yo, al menos, me iba toqueteando el cipote mientras también me lo miraba con interés.
No hubiera sido yo, si hubiera cruzado toda la sala, sentado a su lado y comenzar a sobarle, así que, para probar si tenía algúna intención conmigo, me levanté despacio y sin desviar mucho la mirada con él, me adentré de nuevo al pasillo donde antes había estado con el otro tío, y como sitio de paso, había constatado que se había cruzado varias veces con nosotros y observado.

Segundos después, también cruzaba la cortinilla de separación y rememoré con él lo que antes había estado haciendo con el primero, el regordete.

Sin embargo, este, después de disfrutar de su deliciosa polla, se dió la vuelta, ya apoyando los brazos contra la pared, y sacando su culito en pompa, me lo ofreció.
Este, chiquito y redondo, estaba en armonía con su delgado cuerpo, y entraba en la categoría de mis culos predilectos, y por tanto, comestible.
Faltaba saber si estaba limpio, pero eso lo averigüe pronto, en cuanto me dispuse a amorrarme a él.

Al cabo de un rato de deleitarme con tal exquisito manjar, no sé si bien porque le daba apuro fastidiar el paso a los que querían pasar a la sala del minicine, pues estábamos junto en medio, o se sentía incómodo con su postura, se irguió y me tomó del brazo para que lo siguiera.

Pasamos a la salita de proyecciones y él se subió a la cama del medio, se dispuso a cuatro patas, con el culo en pompa de nuevo hacia mi, que estaba de pie, para que se lo siguiera comiendo, si bien para ambos, más cómodamente.

Aunque disponía de condones, metidos entre el calcetín y la bamba, que era mi única vestimenta, no quería follármelo.
Y no tanto porque no me apeteciera estrictamente, que en el fondo sí, sino porque no quería que me pasara como el año anterior que el primer día me follé a Juan el abulense, y luego, cada vez que nos encontrábamos, él me excitaba para que me lo follara de nuevo, cosa que consiguió dos veces más.

Tampoco, a pesar de la posición explicita y sugerente, el muchacho no hacía ninguna indicación que me lo follara.
Así que, mientras así fuera, decidí alternar comida con inspecciones táctiles, que acabaron siendo una follada a dos dedos en toda regla, hasta que el buen mozo desparramó toda su leche sobre la colchoneta.

Después de eso, cada uno nos fuimos por su lado.
Yo me fui a pedir una cerveza, la segunda que entraba en el precio de la entrada.
Necesitaba recuperar líquidos después de las dos mamadas y la comida de culo, y descansar un rato en cómoda posición, en uno de los sofás.

Y él apareció de nuevo, cubata en mano, y acercándose a mí, me ofreció un cubito de hielo.

- ¿Para que coño me da un cubito de hielo este buen mozo?- me pregunté, mientras obtenía rápidamente la respuesta.

Nada más cogerlo, el chaval se dispuso de nuevo en la misma postura sobre la cama, ofreciéndome de nuevo su precioso culo.

- Pues será que quiere que se lo meta!, -pensé.

Cogí entre mis dedos el resbaladizo y helado cubito y comencé a pasárselo suavemente por el ojete, para que se acostumbrara.

Recuerdo una vez, en una sesión bdsm, como juguetearon conmigo con un hielo, metiéndomelo por el culo, así como la sensación de sorpresa, que pasaba al frío, del frío al helor, y del helor al dolor.

Cuando tocó el momento de introducírselo, me hizo un gesto con la mano para evitarlo. Debía saber lo que sentiría.
Se incorporó y esta vez se sentó en el sofá recostándose y echando la cabeza hacia atrás.
Yo, con el hielo en la mano, me senté junto a él y empecé a acariciarle con el gélido elemento, primero la aureola de los pezones, luego estos mismos, para pasar a trazar enigmáticos dibujos sobre la suave piel de su pecho y recorrer su abdomen hasta el escaso pelo de su pubis, huevos y polla.
Le acaricié las mejillas, los párpados y los labios mientras tanto él como el hielo se me iba deshaciendo entre los dedos.
Largamente tonteamos.
El juego duró lo que tardó en fundirse el hielo en agua, por el calor ambiental y el ardor de su cuerpo.

El se fué bien fresquito, y yo me refresqué con la cerveza que aún me quedaba.
Aproveché para acabar de descubrir el local, pues me parecía que me había dejado por explorar una zona, como así fué.

El club tenía un conjunto de pequeñas salas, estas no compartidas con el sexshop Cupido, con su sling, sus camas, iluminadas a la luz de las velas, que se me había pasado por alto.

Allí me encontré, aún a esas horas ya de la noche cuando el local estaba casi vacío, a un par de tíos dándose el lote.
O más bien, uno comiéndole el rabo a otro como si le fuera la vida en ello.
El pasivo pareció no gustarle mi presencia, o tal vez la voracidad del otro, pues fue apenas acercarme a metro y medio, y dejar plantado al pobre con la boca abierta.
Pero el tragón no se quedó con hambre, pues fue verme y sin ni siquiera incorporarse, se avalanzó sobre mi polla para no perder bocado, ni darme oportunidad de escapar.

Con una avidez realmente inusual comenzó una frenética mamada que finalmente tuve que interrumpir pues pensaba que me iba a dejar escocido para todo lo que me quedaba de vacaciones.
Y no era plan, pues acababa de llegar aquella misma tarde.

Un poquito más tarde, me lo encontré en aquella misma zona, tumbado boca arriba en una de las colchonetas.
Me acerqué y ahora fui yo quién tomó la iniciativa de follarle la boca, y el quedarse más pasivo y receptivo.
Esta vez, minutos más tarde, fue él quién me pidió una tregua.
Nos reímos.

Por las pocas palabras que intercambiamos me pareció que era italiano.
Y que, tal vez, Juan el Abulense iba a ser sustituido este año por Giovanni el Genovés.

Eran casi las tres y decidí perdonar la última cerveza que entraba gratis con la entrada.
Apenas había podido lucir mi jockstrap rojo, que se había quedado en la taquilla, y que me había recién comprado esa misma tarde en la tienda Boxer, muy cerca del Exxxtreme.

Caminando también iba pensando que tal habría sido la noche si, finalmente, hubiera quedado con aquel tío del GROWLr con el que había estado chateando un rato durante la cena, que se mostró muy interesado en conocerme, pero que su pedazo de polla me acojonaba.

No obstante, volví al hotel relativamente satisfecho de aquella primera noche.


Fin del primer día.




Comentarios

  1. Muy bueno, como siempre.
    Lo del hielo me recuerda pasados escarceos, quizá algo más duros, si bien el hielo parece que promete, en la línea del jengibre.
    Me gustaría retomarlos y ampliar esas experiencias con alguien de confianza, pero me temo que ya no estoy a tiempo.
    Gracias por hacérnoslos vivir a través de la lectura.
    Maresme.

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    1. Gracias por comentar, Maresme.
      Y no pierdas las esperanza de encontrar la persona y el tiempo necesario ;-)

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  2. Para ser el primer dia qué de cosas!! Lo del hielo genial! Leerlo y la imaginación se ha puesto a trabajar. Lo de la cama en el centro mola , imagino el morbazo de follar con decenas de ojos, y pollas dispuetas..mmm.¡Delicioso Perrete'

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    1. Si, la verdad es que lo del hielo me sorprendió mucho.
      Pero me adapte rápido e intenté sacar provecho.
      Follar/ser follado con espectadores es muy, muy morboso. Y que de alguna participen, ni te cuento, jejeje

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  3. me encanta!!! leerte es vivir lo que cuentas y eso me gusta . sigue contándonos tus historias me pones a mil!! jajajaja . un besazooo!!!

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    1. Muchas gracias a tí por leerlo.
      Sois los lectores como tú, que leen y dejan comentarios, los que dan sentido al blog.
      Sinó seria un mero diario intimo de experiencias.

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  4. Muy buen punto lo del hielo.

    En la descripcion, cuando enumeras la gente que esta en el cine y pones "y yo"... pense... ¿como que y yo?, es un estupendo perrete ;-P

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