Sábado noche. El tercer polvo.





(continuación)

Eran jóvenes, rondando la treintena, cortados todos por el mismo patrón.
Delgados, estatura similar, 1.70/75, cierto aire cohibido pues apenas solo se atrevieron a quedarse sin camiseta, cuando la mayoría ibamos en gayumbos, yo con mis suspensorios rojos, o alguno ni eso.

Entraron en grupito y así se mantuvieron durante un buen rato.
Mientras, el resto de peña del local, si bien no con mucho entusiasmo subía y al poco bajaba de la zona de cruising del piso superior.
Tal vez fueran al lavabo, que también está en el primer piso.

Yo, por mi parte, ya repuesto de la follada que relataba en el post anterior "Sábado noche. El segundo polvo", cervecita en mano que aún no apurada, decidí subir de nuevo a ver quién se había decidido quedar por esas penumbras.

Tres o cuatro tipos pululando, sin más aparente quehacer que beber y mirar el video o ver a la gente pasar, pero seguro con bien ocultas intenciones, vista la fingida indiferencia.

Procedí de la misma manera que anterior vez, o sea que me senté en el pequeño taburete, cerca del video.
Para que estar de pie, si la espera puedo hacerla sentado!.
A más a más, que luego ya me quedan las cosas más a mano... y a la altura de la boca.
Y no tardó en aparecer el tipo rubio al que se la había mamado medio recostado en la camilla mientras me follaban, y de nuevo con el mismo ritual de aproximación, si bien un pelín más acelerado, se sacó el cipotón y me dió de mamar, con la seguridad de que bien sabía lo que le esperaba.
Al poco de disfrutar en solitario de la mamada, se acercó uno de los descamisados del grupo de cuatro, y se nos unió. Mientras ellos dos se hacían carantoñas, yo abajo disfrutaba de los dos pitorros.

Es bien sabido, que donde caben tres, fácilmente caben cuatro, y no tardó pues en acercarse también otro de los "apocados" jovenzuelos para ofrecerme rabo y liarse por las alturas con su amigo y el macizo rubiales.
Pero a este no pareció gustarle ser el centro de atención, pareció agobiarse o disgustarse, y acabó marchando.
Desapareciendo el talismán, el hechizo se deshizo y mis pollas se dispersaron.

Cuando las escenas acaban un tanto súbitamente, uno se queda con cierta ansiedad, con la boca abierta tras quitarle a uno un caramelo que rica y felizmente chupaba... en este caso tres.

Me incorporé y me fui para el otro lado de la sala.
Alli, uno de rodillas se la estaban comiendo a otro reclinado sobre la pared. A este, tío bueno de pelo en pecho, le acaricié suavemente la pelambrera que lucía en su bien definido torso y atreviéndome a tocar uno de sus irresistibles pezones, pero amablemente con un gesto, declino la incipiente oferta.
Simplemente le sonreí.
Es bien sabido que donde caben dos, no siempre hay espacio para tres.
Pase por delante de ellos, y en el otro extremo de la camilla me recliné sobre esta, apoyando los codos y poniendo el culo ostentosamente en pompa.
Y es que, a veces, uno pierde la vergüenza.

La posición me resultaba cómoda.
Medio descansaba y a través de los travesaños de madera podía seguir viendo el video, ver como disfrutaban los otros dos y disfrutar a la vez de la cerveza que aún me quedaba.

Cuando mamador y el mamado acabaron, que realmente no duraron mucho, yo segui en mi reposada postura, viendo el ir y venir de la poca gente que subía, cuando a los poco minutos unos suaves y delgados dedos comenzaron a juguetear con mi ano.
Supongo que apareció por detrás de la cortina, por eso no le ví llegar, y no me quise dar la vuelta y mirar quién era para no romper la magia del momento.
Simplemente me dejé hacer.
Comenzó metiéndome parcialmente uno de sus dedos, luego dos, masajeando el ojete como para comprobar tacto, humedad, textura... imagino.
Luego, pasada la prueba del algodón y estar todo a su gusto, delicadamente comenzó a introducir su viril herramienta de normal tamaño, para follarme.
Una follada bien llevada. Tranquila pero sin pausas, con ritmos variados y sin brusquedades.
Cuando terminó por correrse en el suelo, me giré para ver quién, o más bien como era.
Resultó ser un tipo delgado, poquita cosa como yo, relativamente joven, o al menos de apariencia y con gafillas de listillo.
Me hizo gracia.

Claramente diferente a las dos anteriores, bruscas, contundentes la tercera jodienda de la noche resultó gratamente tranquila y apacible.

Después de un infructuoso intento de acercamiento a un tipo majete que también gestualmente me rechazó, la velada en el Qüero gay bar acabó gratamente cuando aquel de los cuatro jóvenes que se había acercado al principio de este post al macho rubiales que esta yo mamando, se corrió sobre mi mejilla izquierda, después de, obviamente, una última mamada de despedida.

Con todo, era casi ya las tres.
Decir que la noche aún era joven sería mentir, pero decir que ya se había acabado tampoco iba a ser verdad.

Alguna que otra sorpresa en el Men's Bar y el polvo final de velada en el Querell, si que daría por concluida la salida de aquel sábado noche.

Pero será tema del siguiente post ;-)

(Continuará)



Comentarios

  1. Vaya tres en una noche, todo un record, ademas de que independientemente del número te lo pasaste genial. Estoy esperando a ver que hay en la cuarta entrega jeje

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    1. Pues hay cuarta entrega, que será la última ya de esta serie.
      Realmente no importa el número, sino la intensidad de lo que se vive ;-).

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  2. Mmmm estupenda noche que viviste en el local que mencionas en tu post. Estoy de acuerdo con la idea de que poco importa el número de polvos o manadas se haga lo importante es la intensidad con las que se realizan.Y una buena forma de saberlo es como tú memoria las recrea.Y está claro que lo de aquella noche fue intenso para ti ,tu post da fe de ello.
    Espero con ganas leer el siguiente.

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    1. Bueno, no está recreada de memoria. Está basado en el borrador que escribí, en este caso, al día siguiente ;-)
      Ahora lo he pulido y dado forma legible.

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