Sábado noche. Mamadas varias y el cuarto polvo.




(Continuación)

Y después de tres polvos, la noche no era joven, ni acababa de empezar.
Aún podía durar un poco más.
Era sábado por la noche y los locales cierran un poco más tarde que el resto de la semana, y con el calentón que llevaba algo más podría sacar, pues además, aún no me había corrido ni una sola vez.

Así que volví al Men's Bar a ver que se cocía en aquellas horas que debía rondar las tres.
Arriba, en la zona del bar, aún quedaba gente, aunque menos de la que me esperaba.
Pedí un Red Bull,  y bajé a la zona de cruising y cuarto oscuro, donde para mi relativa sorpresa, no habían aglomeraciones.
Más bien poca gente, y digo lo de relativa sorpresa, pues la tónica de los días anteriores había sido la misma.

No estaba para tanteos, tonteos ni tocamientos improductivos.
Estaba caliente como una perra después de los tres polvazos de la noche, no había lechado, me sentía el culo vacío y ansiaba sexo por todos mis poros.
Así que me metí en una de las tres cabinas iluminadas que hay antes de la zona más oscura, que son precisamente las que dan tenue luz al lugar, dejé la puerta abierta, me quité los pantalones cortos quedándome con el jockstrap y las bambas, me agaché en la esquina de la cabina y quedé esperando, y viendo como pasaba por delante la gente, alguna de la cual miraba, dudaba, se desconcertaba y se iba o entraba.

El efecto de la posición, seguramente vista desde fuera, daba la impresión de vulnerabilidad, de tío buscando sumisión, de puta en celo desesperada por una polla, de perra viciosa, o de tio pasado de alcohol que no se aguanta ya los pedos, susceptible de ser abusado por cualquier necesitado.
Excepto esto último, pues iba muy sobrio de mis dos o tres cervezas de toda la noche, alternadas con Red Bull ,y ya bien las había sudado y meado, del resto  no iba desencaminado.

Era el efecto que buscaba, captar a algún dominante o a algún "tímido" decepcionado de la noche.

No tardó en asomar, y con pocas dudas, entrar por la puerta un tipo de mediana edad, delgado, con un fino bigotillo al cual solo le faltaba el tricornio para parecer un miembro de la benemérita.

Sin mediar palabra, se sacó de la bragueta su discreta polla y me ofreció para mamar, y la cual se mantuvo bien tiesa mientras duró acción.
Porque cuando me levanté, por aquello de cambiar de postura, estirar las patas, el tipo quiso aprovechar para follarme, y si bien me mostré muy predispuesto, al tío se le aflojaba.
Hubieron varios intentos.
Cuando se la mamaba, su polla se mostraba vivaracha.
En cuanto me levantaba, cambiaba a mortecina.

- Es que aquí hace mucho calor-, decía para justificarse, lo cual era bien cierto.
Aún en bolas, yo sudaba como un cerdo. Él, vestido, otro tanto.
- ¿Porque no te vienes a mi hotel?, comentó. Está aquí al lado.
- Hotel El Pozo,¿lo conoces?,- prosiguió.
Más que hotel me sonaba a embutidos, pero asentí pues días antes, en uno de mis paseos lo había visto y recordado lo mismo.
- Hay aire acondicionado (cosa que resultaba tentadora) y podemos ducharnos las veces que queramos,- concretó, y hasta este punto estuve a punto de acceder.
-Y podemos estar follando toda la noche-, sentenció. Y fue ahí donde volví a la realidad y al escepticismo.
Y aunque nada deseaba más de ser follado toda la noche, para nada me creía que el tipo fuera capaz de hacerlo ni una sola vez, visto lo visto, al menos en las horas venideras.

Decliné un par de veces su oferta y nos despedimos amablemente, con un "A ver si coincidimos otro día", y no sin dejar de comentarme que vivía en Algeciras, y que, de tanto en tanto, se escapa a Torremolinos a pasar unos días

Me quedé en la cabina y después de recobrar un poco la compostura y adoptar la posición inicial, otro tipo madurete y muy poco hablador, ocupó el sitio del agente Pérez.
Pero este no dijo ni mu, ni me invitó a ningún sitio, ni hizo propuesta alguna.
Se limitó a dejarse comer el rabo y, eso sí, cosa que no había hecho el anterior, correrse en mi mejilla izquierda.
La mejilla afortunada, pues era la segunda lefada que recibía esa noche.

Tras volver del lavabo de limpiarme, (dudé con dejarme la leche en la barba para morbo del siguiente si hubiera), y meterme de la misma guisa y posición en la cabina, no tardó en entrar, tras mostrarse dubitativo, otro tipo.

Majo, baja estatura, de entre 30 y 35 años, de aspecto duro, tipo macarrilla, vicioso y peludito. Todo un bombonazo de los que más me gustan y ponen, pero demasiado puesto de poppers, que no soltaba de la mano ni paraba de esnifar.
Tenía un buen rabo, sin ser excepcional, pero parecía más una rica gominola que polla para follar. Claro efecto de exceso de poppers.
El tío me daba muchísimo morbo, cosa que, añadido a las cochinas cosas que me decía conseguía mantener mi atención a tope.
- Chúpala mamón, que te voy a follar como una puta toda la noche. Zorra, que bien lo haces! . Y cosas así, no muy imaginativas, y visto lo que veía poco realista, pero sí ejercían en mí un efecto bien estimulante.

Estuvimos un buen rato así, cuando bajaba, mamaba; cuando subía, buenos morreos con alguna breve esnifada por mi parte.
Se encendieron las luces del local, en clara indicación de que iban a cerrar, pero seguimos dándonos bien el lote en aquella pasión desenfrenada.

Pero las luces se apagaron, y temiendo quedar encerrados a oscuras toda la noche, acabamos por salir por patas de allí.
En la huida, ni nos llegamos a despedir.

No estaba nada cansado, para toda la marcha que llevaba aquella noche.
A esas horas, el Querell era la única opción, al cual, después de una buena caminata de 20 minutos llegué.

Ni de lejos había el ambiente que recordaba del año anterior al entrar.
Más bien se parecía al que había al salir.
Eso sí, todo tíos buenos, en bolas, gayumbos o suspensorios, pero poca acción visible.
- No sé que coño hago aquí!-, pensé, pues me sentía como un chimpancé en un desfile de modelos.

- Uff, que ganas tenía de vaciar !- comentó el primero que tuve la fortuna de hacerle una mamada.
- Eso está bien-, pensé, y al menos la corrida no se había echado a perder, pues lo hice sobre la mejilla afortunada, y ya iban tres.

Una churrupadita exprés, de visto y no visto, a un tio bueno, joven sin vello alguno, que me incitó a ello poniéndose delante mío. Nada, apenas unos segundos.

Y otro, de aspecto parecido, joven de piel lisa  también sin rastro de pelo, al que se me ocurrió tocarle el pezón.
Pero el cual parecía tener otras urgencias, pues cuando me presionó sobre el hombro para hacerme agachar y mamársela, ya tenía puesto un condón en su pequeña polla.
Así que me puse brevemente a ello, pues en unos segundos, me hizo levantar e inclinarme de culo a él, para comenzar a follarme.
Un polvo rápido, estilo colibrí, con un par de azotes en las nalgas, un par de estiramientos de la gomas de mi jockstraps que al ser soltados hacían el ruido de una pequeño cachete sobre la piel.
Sudando de nuevo como un cerdo, hasta agradecí que me fuera echando cerveza sobre la espalda.
Cuatro embestidas y lo dejó.
Y ni idea de si se corrió o no.
Todo fue rápido. El polvo exprés de un colibrí pichacorta.

De larga y claramente fue el polvo más triste de la noche, y diría más, de todos los días de las vacaciones.
Y no dejaba de ser curioso, que también las mamadas más desaboridas hubieran ocurrido aquí precisamente, dada la buenura y juventud de los presentes.

Lo que siempre digo, las cosas bonitas son bonitas de ver, pero donde haya actitud o experiencia...

Quedaban, tal vez, unas 15 personas en el local, y pese a todo había conseguido mi cuarto polvo de la noche, lo que significaba todo un récord histórico en un día, y por descontado de aquellas noches, y que ciertamente no me había propuesto a conseguir, ni  pensar ni imaginar en ningún momento.
Sólo cuando sucedió caí en la cuenta, y me dí por satisfecho.

Por extraño que parezca, en ningún momento de la noche me corrí, si no, hasta que después de volver al hotel y apenas dormir un par de horas, me desperté y levanté más fresco que una lechuga, y me hice un buen pajote recordando todos los momentos de la pasada noche.

Sin pizca de sueño, me preparé para irme a la playa.




Comentarios

  1. Polvo colibrí??? Jajaja

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    1. Si, llamese del polvo que reuniendo las condiciones para ser considerado como tal, por introducción del órgano viril en ano o vagina, y produciendose varias acometidas de mete-saca, se produce en un lapsus de tiempo muy breve, para insatisfaccón, sobretodo, del follad@.

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  2. Interesante.Me quedo con dos ideas: la polla gominola y el polvo colibŕí.
    Dos puntos que remataron la larga noche de aquel día.
    Como siempre una gozada leerte. Ahora toca el próximo.
    Un beso
    ��

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    1. Bueno, gominola no es polla en sí, sino el estado en que se encuentra desde que la conoces hasta que te despides. Posiblemente horas antes, y horas después tenía otra textura, jeje

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  3. Lo del colibri muy bueno me rei mucho y lo demas tambien me gustó las historias, de lo de lo bonito y la actitud yo ya de enyrada busco lo bonito de los que por su aspecto dan a prometer la actitud . La tengan despies o no, me dxplico la juventud noe pone, asi que ya es un factor negativo aprendido, y la hermosura standard tampoco, la madurez o la hipervirilidad si me ponen de siempre, asi que estos rasgos los temgo como bellos ya de serie ya que me ptovocan atracciom desde siempre y rara vez me fallaron, bueno siempre puede haber ecepciones, custpmizaciones fake o tipos bonitos que luego tienen actitud

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    1. De todo hay en la viña del Señor, pero opino como tú

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  4. Interesante, con altas y bajas... sin duda me calentó mucho el moreno (morocho) del segundo polvo, la situación, forma, y estímulos fueron muy interesantes, convirtiéndose en “casi un trio consumado” (falto la acabada del mamado).
    El cuarto y como último polvo (colibrí) de la noche fue una decepción, yo en tu lugar hubiera buscado un último buen polvo, y por qué no, correrme en medio de este.
    Saludos.
    Sebastián.

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    1. Y casi mejor así, pues con muchas emociones fuertes la noche no hubiera durado mucho, jajaja... Así, al menos, se va descansando y recuperando fuerzas.
      Desde luego, el mejor fue el segundo polvo, sin dudarlo.
      El último polvo no fue buscado, fue un visto y no visto.
      Me quedé como diciendome: "Que ha pasado aquí"?.
      Como el correrme no suele ser mi objetivo, no fue plenamente consciente que, en toda la noche no lo había hecho hasta que me fui. No es la primera, ni seguramente la última que me pase. ;-)
      Muchas gracias por comentar.

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  5. ¡Polvo colibrí! ¡Ay! ¡Te lo tomo prestado!
    ¡Qué maravilla!

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