Pollas fuera, pollas dentro (En el sexshop gay Zeus).





Había gente, sí.
No tanta como las dos últimas veces que fui, pero sí la suficiente para que algo pudiera llegar a ocurrir.
En ambas, con cinco dias de diferencia entre ellas y relatadas en una visita relámpago y Empezando la tarde..., y aunque por diferentes motivos, salí por patas,

Tíos de edad, aspecto y condición variada, si bien, como siempre me ocurre cuando acudo a lugares que frecuento poco o nada, siempre estoy con la duda de si encajaré o no.
No soy alto ni guapo, sino más bien lo contrario, con un cuerpo del montón y una polla estándar. Siempre ha sido así.

En lugares publicitados y frecuentados por tíos de portada, musculocas o fashion victims siempre me he sentido como un mono de feria, y no precisamente por lo gracioso, que también poca gracia tengo.
Y si a eso se añade mi poca capacidad comunicativa oral ni don de gentes...
Ahora no, en absoluto, pero hubo un tiempo que me preocupaba y estuve muchos años acomplejado por ello, pero visto los muchos roscos que me he llegado a comer y disfrutar, algo bueno debo tener.
Si bien, no sé que.

No tardé nada en enrollarme con un buen mozo treintañero, peludo y pollón. junto a la cristalera del pequeño pasillo entre cabinas.Todo un sueño.
Si bien mi intención era arrodillarme ante aquel tío de aspecto macho alfa, fue él quien se agachó para mamarme o, para ser preciso, acabar con vaivenes follándole su rica boca.
Pajeándose, se acabó corriéndose en el suelo.

A nada llegó un tipo joven, sudamericano, digamos que ecuatoriano, que tras un par de toqueteos y me pidió que me lo follara.
-¿Me habrá visto cara de macho activo follador?, ¿Me habrá visto con el peludito anterior, o al palpar mi polla la considera aceptable para su culo?.
Rarísimo en mí, acepté.
En el mismo rincón de antes, pues no me había movido, y previa puesta de condón, me dispuse a follar aquel caliente culito tropical.
Tras una breve interrupción del ritmo por un tío rubio y delgado que quiso meterse y encerrarse en la cabina, supuestamente para visionar un video, seguimos a lo nuestro.
Cuando el ecuatoriano se dió por satisfecho, lo dejamos, si bien no recuerdo si se corrió,  y ya digo que yo no lo hice.

Igual porque dejamos de hacer ruido, el rubio que se habia encerrado en la cabina, abrió la puerta, y con los pantalones medio bajados, señal que se había estando dando mimos, pareció que quería liarse conmigo al mostrarme su joven culo con indeterminada intención y decisión.

Y digo y hago hincapié en lo de indeterminada, pues desde que abrió la puerta hasta que finalmente se decidió, estuvo cogiendo y devolviendo el condón y subiendo y bajándose los pantalones, si no fueron tres veces, no fue ninguna.
Al final fue que no.

Llegó un tipo treintañero, moreno, alto y serio, que fue rápidamente abordado por otro tío de aspecto también sudamericano de edad no muy dispar, que diremos colombiano para no liarnos con el de antes, que comenzó a realizarle todo tipo de tocamientos al punto que, pronto tuvo el muchacho serio la polla fuera.
Abajo con la minga fuera pero ociosa y arriba ocupado con las carantoñas que el buen mozo recibía, aproveché que no me había movido del lugar para simplemente agacharme y darle las debidas atenciones al pollón colgante.

Con auténtica fruicción mamaba aquel delicioso manjar, con un rítmico vaivén de cuello y cervicales y movimiento circular de lengua.

Me imaginaba a todos los Arcadios y Aurelianos de la saga de los Buendía mareados y vomitando por el frenesí de tanto vaivén, si bien estos se hallaban bien encerrados entre las tapas del libro y resguardados en la pequeña mochila a mi espalda.
Si el viejo Gabo levantara la cabeza!.

Tal vez porque estuviera yo absorbiendo demasiada atención del tío serio, que el colombiano nos dejó.
Y pudiera ser que, al perder el mozo sin sonrisa el cincuenta por ciento de atenciones dejara de tener interés, diéramos el asunto por acabado.
   
Comencé una fase de voyeur, y me dediqué, pues, a observar a la gente.

Llegó otro sudamericano, este venezolano, por decir algo.
Me pareció curioso tanta concentración de latinoamericanos.
¿Habría habido una llamada de concentración entre ellos o sería casual y simplemente reflejaba la multiculturalidad étnica del barrio?
Me inclinaba más por la segunda opción.

A la llamada del venezolano, de aspecto fuertote, acudió raudo y veloz el ecuatoriano que aún deambula por allí y que, por lo visto, no había tenido suficiente con el polvete que le eché, y que con tu toque por aquí y un metemano por allí se la acabó sacando por la bragueta al recién llegado, mientras él permanecía totalmente vestido.

El rubio delgado, que tampoco había desaparecido del escenario se les acercó y le ofreció su culo, con más descaro que la situación requería, al venezolano que de muy buen estaba.
- Ah, mira que bien-, pensé con más sorna que enfado, a este sí se lo ofrece sin mayor tapujos y a mí, mareándome como a una perdiz, finalmente me rechazó.
Y le intentó follar, con más voluntad que éxito.
- Lo siento, no puedo-, le dijo,- el condón es pequeño y me corta la sangre.
- Ay, el karma y sus travesuras!-, pensé, controlando una carcajada.

Poco más tarde, el rubio delgado se liaba con otro tipo algo, con coleta de color castaño claro, en la treintena, pero me intuición me decía que no iban a llegar a mucho, pues veía que a la nueva presa no se le ponía dura por mucho ánimo que le pusiera.

Hoy, no era el día de los rubios delgados.
Quedaba claro.

El colombiano tonteo con el venezolano, y de toque a toqueteo solo consiguió que se le mantuviera un rato morcillona.

Un tío de mediana edad estuvo un rato merodeando por el lugar, sin interactuar más que con su móvil, ahora en los escalones, ahora en el sillón.
Cuando se cansó, no sé bien quién de qué o viceversa, se metió en uno de los cuartos a ver un video... con la puerta entornada.
¿Una invitación a algún atrevido?.

Y llegó un osito joven delicioso, que como mucho rondaba la treintena, que comenzó a mirarme y remirarme.
- Ay, que pereza!- pensé, pues estaba a punto de irme.
Pero su ojos, y quien sabe si su ojete, chisporroteaban de deseo.
El colombiano entró de nuevo a escena, comenzando como no, a tontear de nuevo, esta vez con el recién llegado. 
Especialista en sacar pollas de su envoltorio, pronto procedió con la del peludín que lucía un bonito pollón.
Igual vio también en mi algún brillo especial en mis ojos, porque el colombiano me hizo una señal con la mano para que me acercara a ellos.
Y tan pronto como comencé a tontear y toqueteos con ellos, el colombiano se marchó.
¿Acaso su cometido era de ir calentando al personal y hacer que estos interactuaran? Casi parecía que así fuera.
No importaba.
El osete se me arrodilló delante mío, me sacó la polla y comenzó a mamar.
Segundos después me ví follándole la boca, y entre sus bufidos y gruñidos se le oía decir "sigue, sigue".
Y yo seguía, que soy muy bien mandado.
- ¿Que voy a correr, tìo?.
- Vale.
-¿Quieres?
-Si !.

(Octubre 2016)



Comentarios

  1. Estupendo blog. Te lo pasaste en grande. Te felicito. Sana envidia.
    Un saludo
    Tony

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  2. ¡Qué maravilla! ¡Bueno leerte!

    Saludos

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  3. Me dan morbazo ésos sitios

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  4. Que bien sabes contarlo me pone cachondo

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    Respuestas
    1. Gracias.
      Dejo constancia que esta vez me ha costado aclararme hasta yo pues en el borrador original los tres sudamericanos no estaban diferenciados por nacionalidades (ficticias para clarificar la acción) y además físicamente eran muy parecidos.

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  5. Me alegro que te hayas quitado esos complejos, que como ves solo son eso complejos... ya que como vas contando en tus inumerables post, son muchos a los que les atraes ;-)

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    1. Los complejos solo sirven para ser superados.
      Pues 360 post llevo ya, y 47 borradodes (que quedarán seguramente en menos).

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